Fuente: diariodelpuerto.com
Los últimos años vienen confirmando una tendencia decreciente en Europa de las emisiones contaminantes generadas por la actividad de la logística y el transporte, tanto de pasajeros como de mercancías, si bien en España dicha tendencia decreciente aún no alcanza los niveles deseados. La Agencia Europea del Medio Ambiente atribuye al transporte un tercio del consumo de energía final de los países miembros y más de un quinto de las emisiones de gases de efecto invernadero. Por ello, la normativa ambiental tiende a ser cada vez más exigente en relación a la medición de emisiones, haciendo que lo que hoy es una estrategia de diferenciación, mañana será un requisito indispensable. La Logística Verde o Green Logistics persigue transformar de una manera integral las estrategias de la logística, estructuras, procesos y sistemas para empresas y redes empresariales con el fin de crear procesos de logística ambientalmente racionales y un uso eficaz de los recursos. Todo ello, con el CO2 en el centro de la diana.
Aunque la idea de una logística limpia y eficaz energéticamente existe desde hace tiempo, no está siendo como hasta ahora cuando el termino «verde» o «green» está imponiéndose como un objetivo obligado y ya irrenunciable para todos los agentes involucrados en las actividades del transporte y la logística. Temas candentes como el cambio climático, el incremento de los costes energéticos o la disminución de las reservas de combustible, entre muchos otros, indica que el momento de la logística verde ha llegado para quedarse y que no se trata de una simple moda pasajera.
Existe una preocupación real por reducir el uso de energía y mejorar la gestión de la cadena de suministro. Todo ello en aras de la eficiencia y sin comprometer los resultados financieros ni la responsabilidad social de la empresa. La logística verde se impone, por tanto, para las empresas logísticas como un modelo de negocio capaz de aportar a sus clientes soluciones eficaces y sostenibles, tanto desde el punto de vista medioambiental como financiero.
En este sentido, desde hace años diferentes sectores industriales y de servicios vienen mostrando un interés manifiesto en conocer la incidencia ambiental de sus proyectos. Son muchos las empresas que manifiestan interés por conocer la huella de carbono de los procesos logísticos asociados a sus proyectos, bien porque lo requieren sus clientes o porque desde sus consejos de administración cada vez inciden más en la importancia de estos parámetros, fruto de las exigencias de las normativas europeas relativas al transporte.
Transformación
La logística, y más concretamente el transporte, es uno de los principales focos de emisiones en la cadena de valor de un producto y fruto de ello desde la Unión Europea han surgido diversas líneas de trabajo para la mejora de estos aspectos. Concretamente, dentro del Programa Horizonte 2020, se ha destacado como una de las prioridades de acción inmediatas en este ámbito el diseño de procesos logísticos competitivos, eficientes en recursos y respetuosos ambientalmente, que lleven a la industria europea del transporte a liderar el sector global. El efecto que la cadena de suministro tiene sobre la huella de carbono, EROI (Energy Return on Investment) o CED (Cumulative Energy Demand) de un determinado producto es muy significativo y por ello cada día toma más fuerza el concepto de logística verde.
La logística verde consiste en la transformación integral de las estrategias de la logística, estructuras, procesos y sistemas para empresas y redes empresariales sirviendo para crear procesos de logística ambientalmente racionales y un uso eficaz de los recursos. Teniendo en cuenta el equilibrio entre eficiencia económica y ecológica, esta nueva tendencia basada en hacer el mejor uso de los recursos de logística e impulsar un desarrollo de la economía creando una economía circular resulta cada vez más atractiva para muchas empresas que apuestan claramente por trabajar de forma «verde».
Sin embargo, a día de hoy todavía son pocas las compañías logísticas que desarrollan proyectos enfocados a este tipo de logística, limitándose en el mejor de los casos a trabajar con datos de emisiones pero sin incluir el factor ambiental en la planificación de los procesos, como es el caso de las navieras.
Índice de Sostenibilidad
Así, no existe un proyecto que analice todos los pasos de la cadena de suministro y proporcione medición de parámetros ambientales conjugándolo con la viabilidad económica del proyecto, de tal manera que se puedan establecer objetivos en cada uno de los ejes. Como señala Kaleido Logistics, un referente entre las empresas logísticas españolas en materia de política medioambiental que en 2014 publicó el informe «Logística sostenible y medición de emisiones GEI», «ninguno de estos proyectos ha tocado el tema de la posibilidad de la compensación de emisiones, ofreciendo un servicio logístico que puede llegar a ser neutro en términos de CO2 equivalente».
Por tanto, según Kaleido, no existe actualmente un índice de sostenibilidad que permitirá cuantificar e incorporar el concepto de una logística verde y eficiente en recursos. La cuantificación de dicho índice se puede realizar en base al análisis tridimensional teniendo en cuenta tres variables: huella de carbono, demanda energética y costes, que mediante un proceso de optimización matemática pueda dotar al usuario de una herramienta de decisión rápida.
Por lo tanto huyendo de la opción más cómoda, que sería implantar una metodología convencional de medición de huella de carbono, se opta por el cálculo de un índice de sostenibilidad de producto.
Este concepto aborda el problema desde los tres ejes principales; coste, tasa energética (EROI o CED) y huella de carbono y pretende conseguir determinar el índice de sostenibilidad, obteniendo un modelo que fácilmente podría ser extrapolable a cualquier tipo de producto.
La automatización del cálculo de este indicador para poder obtener las mejores opciones a nivel ambiental constituye una herramienta ventajosa a la hora de trabajar con índices de reducción de impactos, tanto a nivel de EROI o CED como de huella de carbono, con la propia optimización que da el sistema a desarrollar, como con la compensación. De esta manera, una compañía podría optar por una alternativa logística que minimice su coste a cambio de una reducción en su EROI o CED o en sus emisiones.
Esfuerzo en I+D
Llegados a este punto, el análisis y presentación de alternativas económicas viables, que garanticen la reducción de emisiones y faciliten el retorno de la tasa energética o disminuyan la demanda energética, son de vital importancia. Por lo tanto, las mejoras del flujo logístico son necesarias para hacer las fábricas y puertos más competitivos y evitar deslocalizaciones.
Se puede decir que el desarrollo de un índice de sostenibilidad logística pretende buscar dar respuesta a las necesidades de los fabricantes en base a la necesidad de parametrizar la incidencia ambiental del flujo logístico asociado a sus productos; la necesidad de estandarización de los procesos logísticos y sus alternativas teniendo en cuentas lo tres ejes: económico, energético y emisiones; la búsqueda de alternativas que optimicen sus transportes redundando en una mejora ambiental y económica; la posibilidad de minimizar su impacto a través de la compensación, y la obtención de todos estos parámetros de una forma ágil y rápida para la toma de decisiones.
A pesar de que la logística vive una creciente presión para el control del gasto energético y de sus emisiones contaminantes y de que existen compañías que valoran la información ambiental que reporta la medición de emisiones a la hora de realizar sus proyectos logísticos y otras incluso obligan a presentar un reporte de emisiones al final del proyecto, aún se está muy lejos de que el componente ambiental o de sostenibilidad pueda influir sobre la forma en la que realizan los procesos logísticos.
El sector logístico debe invertir mucho esfuerzo en I+D para poder ofrecer soluciones capaces de proporcionar una logística sostenible. En este sentido las empresas han optado inicialmente por la mejora de procesos, con el fin de obtener procesos más eficientes ambientalmente que redundan en una reducción de costes gracias a la eficiencia.
Pero su camino es lento y limitado, es necesario incorporar las mejores tecnologías, de mayor eficiencia energética en las instalaciones, de nuevos combustibles para evitar en la medida de lo posible los combustibles fósiles.