Más allá de la electrificación y el hidrógeno, los transportistas consideran necesario disponer de otras alternativas para descarbonizar el transporte pesado de mercancías por carretera. Su apuesta son los combustibles renovables, que son compatibles con los motores de los camiones actuales y les permitirían empezar a reducir sus emisiones de CO2 de forma inmediata y, sobre todo, más asequible.
El transporte de mercancías por carretera es un sector clave no sólo para la economía española, sino que es vital para el buen funcionamiento del mercado interior de toda la Unión Europea (UE). Según datos de Eurostat, el 77% de las mercancías que circulan por Europa lo hacen vía carretera, un porcentaje que asciende hasta más del 95% en España. Es decir, la práctica totalidad de mercancía que se mueve en España, lo hace a través de la red de carreteras del país.
Este dato evidencia la importancia nacional de un sector que genera el 4,8% del PIB nacional y emplea, de forma directa, a unas 600.000 personas, según datos de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC).
Se trata, además, de un sector atomizado, con muchas pequeñas y medianas empresas, que son más vulnerables al impacto económico que puede suponer la regulación europea.
En mayo de este año, la UE aprobó el nuevo reglamento de emisiones de CO para vehículos pesados, que endurece los objetivos de reducción para los nuevos camiones y autobuses hasta el 45% para el período 2030-2034, el 65% para 2035-2039 y el 90% en 2040. Por eso, más allá de los retos propios del sector, se encuentra el de la reducción de emisiones. Esto supone, para las más de dos millones de empresas que se dedican al transporte en Europa, la mayor transformación de su historia.
El Reglamento comunitario estipula que la reducción de emisiones debe darse en los tubos de escape. Un matiz que, en la práctica, hace que tanto los motores eléctricos como de hidrógeno se conviertan en las dos tecnologías clave para descarbonizar el transporte pesado europeo por carretera.
Sin embargo, ambas motorizaciones están todavía en fase de desarrollo y aún deben probar su eficacia en las largas distancias que recorren habitualmente estos vehículos. A todo ello habría que unir, además, tanto el alto coste de renovar la flota con nuevos camiones como la falta de puntos de recarga y la menor autonomía. En España, sin ir más lejos, la tramitación de la nueva normativa europea ha generado serias dudas dentro del sector. Por eso, medio centenar de empresas y asociaciones de la automoción, el transporte y la producción de combustibles suscribieron un manifiesto pidiendo a la UE «diversificar las alternativas disponibles y no limitar el desarrollo de tecnologías de descarbonización que faciliten y agilicen la reducción de emisiones».
Fuente: Repsol.